La
seguridad alimentaria en México: un asunto de distribución del ingreso
Benito
Arciniega Castro
Introducción
Una nutrición
adecuada es la base del desarrollo de las personas porque trae consigo una
buena salud que se traduce, finalmente, en una mejor calidad de vida para los
individuos.
Tal es su importancia que organismos internacionales
defienden el derecho de las personas a tener acceso a alimentos de calidad y en
cantidad suficiente. En México, la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos también protege este derecho a través de la Ley General de Desarrollo
Social y en la Ley General de Salud.
Según
la FAO, la seguridad alimentaria consiste en que todas las personas tengan “en
todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y
nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en
cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”[1].
De
un país en donde el PIB per cápita alcanza los 9 mil 720 dólares anuales[2] (153 mil 576 pesos
anuales), es decir los 26.6 dólares diarios (420 pesos diarios), como lo es
México, podría pensarse que no tiene problemas con la suficiencia alimentaria,
pues su población, al parecer, contaría con los medios económicos para acceder
a una alimentación adecuada, lo cual no es así, ya que se padecen serios
problemas de alimentación. Más preocupante que el PIB per cápita en sí, es la
brecha que se esconde detrás de ese promedio.
Un país con buenos niveles de ingreso,
pero con deficiente distribución
El tamaño de nuestra
economía hace que nuestro país se posicione en un buen nivel en la esfera
internacional, pues de acuerdo a estimaciones del Banco Mundial2, en
términos de generación de Producto Interno Bruto, México se ubicó en el décimo
tercer país en 2012; según el organismo[3], México ocupó el décimo
primer lugar en términos de población (estima en 122.3 millones de habitantes en
2013).
Hasta
aquí, no luce tan mal el panorama económico para el país, pero ¿qué pasa si
observamos la forma en que ese ingreso realmente se distribuye? Para empezar,
la revista Forbes[4]
nos da una pista al incluir en su lista de los 100 millonarios más ricos del
planeta a cuatro mexicanos y otra pista nos la proporcionan los datos del
Consejo Nacional de Evaluación de
la Política de Desarrollo Social
(CONEVAL)[5], al revelar que en 2012 el 23.3% de los
mexicanos padecía carencias por acceso a la alimentación y el 45.5% de la población
se encontraba en situación de pobreza.
En
su informe Panorama de la Seguridad
Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2013, la FAO afirma
que “los problemas de hambre y desnutrición en la región no provienen de
escasez o insuficiente disponibilidad de alimentos, sino que de falta de acceso
que muchos hogares sufren por no disponer de suficientes ingresos” (FAO, 2014).
Científicamente
el hambre se define como la privación de
alimentos (FAO, 2011), mientras que “la pobreza engloba diversas dimensiones de
privación relacionadas con necesidades humanas como el consumo alimentario,
salud, educación, derechos, voz, seguridad, dignidad y trabajo decente” (OCDE,
citado por FAO, 2011).
En América
Latina, y particularmente en México, el problema de la seguridad alimentaria no
está asociada a la falta de alimentos, sino a la manera en que se distribuyen
los ingresos que harían posible el acceso a ellos. El Instituto Interamericano
de Cooperación para la Agricultura hace referencia a esta situación al marcar
una diferencia entre el “acceso país” y
el “acceso individual” a los alimentos: el acceso país se
mide a través de variables que, dependiendo de su comportamiento, dificultan o
facilitan la importación de alimentos y aseguran un nivel adecuado de
abastecimiento en el ámbito doméstico, mientras que el acceso individual sería
“la capacidad adquisitiva de los habitantes
para asegurarse niveles aceptables de alimentos y nutrición” (IICA, 2012. p.
22).
La Encuesta Nacional de Ingresos y
Gastos de los Hogares, que publica el INEGI, indica que en 2010[6] el percentil más alto en
donde se agrupa el 10% de las familias con mayores ingresos tuvo percepciones
por 41,927 pesos, y, en el otro extremo, en el 10% de las familias más pobres,
los ingresos promedio fueron de 2,149 pesos. Aún más, si se observa los
estratos en centiles, en el 1% de la
población más rica –unas 290 mil familias–, los ingresos son del orden de los
101 mil pesos. De esta manera, los 101 mil pesos que en promedio gana el 1%
de las familias más ricas, representa 47 veces el promedio que percibe el 10%
más pobre de la población.
En tales
condiciones de desigualdad en los ingresos en México, no es factible una
seguridad alimentaria en la que todos los habitantes estén en una situación que
les permita “tener acceso físico, económico y de manera socialmente aceptable a una dieta
segura, nutritiva y acorde con sus preferencias culturales, que les permita
satisfacer sus necesidades alimentarias y vivir de una manera productiva y
saludable” (IICA, 2009 p. 1).
Por lo
anterior, se colige que para el 23.3% de los mexicanos se padecen carencias por
el acceso a la alimentación, el problema tiene su origen en el “acceso
individual” a los alimentos, pues como lo indica el IICA, “el ‘acceso individual’ es el problema fundamental y
la gran deuda de muchos países de ALC” y “el consumo per cápita de alimentos aumenta con los ingresos” (IICA,
2012. p. 25). En México, los alimentos de calidad no llegan
a los más pobres.
Conclusiones
El bienestar de la gente
inicia con una salud que dignifique a las personas y, para que la población
goce de buena salud, es indispensable una buena alimentación.
La base para una
distribución de alimentos de calidad que llegue a todas las personas radica en
los ingresos que perciben las familias, más allá de si el país produce los
alimentos suficientes, pues muchos de los países más ricos del mundo deben
importar muchos de los alimentos que consumen.
Si no se corrige el
rumbo de la distribución de los ingresos, difícilmente se podrá contar con una seguridad alimentaria que alcance a todos
los mexicanos.
Referencias
Instituto
Interamericano de Cooperación para la Agricultura (2009). La seguridad alimentaria para el IICA. IICA. Recuperado de http://www.iica.int/Esp/Programas/SeguridadAlimentaria/Documents/SeguridadAlimentarias_Quees_Esp.pdf
Instituto
Interamericano de Cooperación para la Agricultura (2012). Situación de la seguridad alimentaria en las Américas. (Documento para
alimentar el diálogo de la 42.a Asamblea General de la Organización de los
Estados Americanos). IICA: San José, Costa Rica. Recuperado de www.oas.org/es/sre/dai/sociedad_civil/Docs/OEA%20Seguridad%20Alimentaria%20April%2017%202012.pdf
Instituto
Nacional de Estadística y Geografía. Recuperado de http://www3.inegi.org.mx/sistemas/tabuladosbasicos/tabdirecto.aspx?s=est&c=33495
Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2014). Panorama de la Seguridad Alimentaria y
Nutricional en América Latina y el Caribe 2013. Hambre en América Latina y el
Caribe: acercándose a los Objetivos del Milenio. FAO. Recuperado de http://www.fao.org/docrep/019/i3520s/i3520s.pdf
Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2011). Una
introducción a los conceptos básicos de la seguridad alimentaria. En La Seguridad Alimentaria: información para
la toma de decisiones. Guía práctica. FAO. Recuperado de http://www.fao.org/docrep/014/al936s/al936s00.pdf
The World Bank. World Data Bank / World Development
Indicators. Recuperado de http://databank.worldbank.org/data/reports.aspx?Code=MEX&id=556d8fa6&report_name=Popular_countries&type=country&ispopular=y